NUEVA YORK

 

“El mayor siquiátrico  del mundo”, “La ciudad que nunca duerme”, “La ciudad de acero y cristal”, “La ciudad de los contrastes”, etc., etc.

Pues sí, estoy hablando de Nueva York, de la fascinante Nueva York.

Adentrarse en esa jungla humana de color y luz es una experiencia que solo puedes tener si vas con los brazos abiertos, muy abiertos, y con los sentidos sin tapones ni prejuicios. Solo una pega, demasiado ruido, por lo demás todo está bien.

Las gentes, aquellas que claramente no son del siquiátrico, obviamente, son encantadoras, amables, dispuestas a ayudarte, ¿Qué más puedes pedir cuando vas a una ciudad de la que no sabes nada, ni siquiera el idioma?

Para alguien que siempre le gustó las megas estructuras, este es el paraíso. Tubos de acero que se alzan al infinito y doblan en el espacio en un punto indeterminado para bajar tanto como subieron… un sueño.

Claramente no es necesario que las calles tengan edificios de miles de años para que sean calles con personalidad, para que puedan ser caminadas, admiradas y vividas.

En los más recónditos lugares puedes encontrarte cuatro arbolitos con su fuente, sus sillas públicas y mesas públicas para poder descansar un rato o el tiempo que quieras, o para comer o beber algo, porque aquí siempre hay gente comiendo y bebiendo, en los parques, mientras caminan, en las paradas del autobús. Parece como que la gente se estuviera comiendo entre sí o temieran el fin del mundo y quisieran que ese aciago momento les pillara ahítos.

Flores, hay muchas flores. La ciudad está llena de grandes macetas con begoñas de variados colores, estrelicías y otras que me son desconocidas, pero hay muchas y se notan las buenas manos de los jardineros.

Europa, África, Asia y hasta la propia América con sus virtudes y defectos se dan aquí la mano, se permiten y consienten. La humanidad buscó un punto donde juntarse toda y lo encontró en Nueva York sin ninguna duda.

Puede que no comulgues con sus ideas pero hay que reconocer que es un pueblo orgulloso de lo que ha conseguido y está consiguiendo sin victimismos, lloriqueos y falsas poses que no conducen a ningún sitio salvo a la destrucción de sí mismos. Por eso miran para adelante, se meten en todos los charcos que haga falta meterse y siempre salen airosos porque como se dice: la infantería nunca retrocede, da media vuelta y avanza. Convierten los fracasos en clamorosos éxitos y dejan que los éxitos se expliquen por sí mismos y si no les ayudan.

Seguro que hay otra ciudad o otras ciudades dentro de esta ciudad que desconozco, por eso no hablo de ellas. Además hay especialistas y muy buenos que nos las sabrán contar.

Hago este pequeño texto sobre Nueva York solo para mostrar alguna de las más de mil fotografías que tomé de esta ciudad. Esta es la única finalidad.