Una tarde que espera… es el título genérico de once poemas publicados en el libro Ciudad Maldita, autoeditado en 1981.

Al transcribirlos para su archivo se me ocurrió que podían formar parte también del blog de esta web y en eso estamos.

En principio publico un par de poemas y el tiempo me dirá publicar todos juntos, uno a uno o de dos en dos.

I

Los pies se deslizan constantes por el entarimado

es el hombre-pergamino

horada su cuerpo un tu o e celuloide desde la cabeza

por el van saliendo rodajas hamburguesas del interior

hamburguesas aun calientes van a parar a una mano

y el hombre-pergamino es un artista circense

las hace pasar de una mano a otra

y la boca muy ancha

muy feliz de poder jugar lúcido

lleva un lamparón de tinta en el pecho

oh! hombre lamparon de tinta

dame una hamburguesa porque es invierno

qué es el flujo en las entrepiernas?

que estúpido eres hombre pergamino lamparón de tinta

esas cáscaras de plátano no te harán más feliz

pero sigues bailando  y me alegro

te decides a echar una partida de canicas con los ojos de esa encantadora   /niña morena de invierno?

vamos no te mueras deslizándote en el plátano

estamos deseosos de retorcerte la cabeza

no nos asustas porque lleves un silbato de policía colgado de las orejas

tenemos ganas de hacer cualquier cosa que no ocurra todos los días

me vendes tu hepatitis para el desayuno?

oh no! mejor toma mis uñas

que adorable canción dicen las lunas del pelo

escucha

duermo nube desierta entre tanto ridículo

II

Avenida de emiratos árabes sin posaderas

en el parque de perder carteras ahí los cuerpos desiguales

engendrando entre el ramaje

los ojos huyendo encontrando multas desnudas

son los amantes de los parques

ahora reclamando comida al cruzar el bosque las piernas mojadas el sexo /herido

son los amantes de los motores helados

arrojando manta

cubriendo la ciudad sus espasmos rápidos entre linternas

son los amantes de la oscuridad sin precedentes

son los desposeídos del amor

y las curvas huidizas sin tacto

son los cuerpos que no tienen sentido a ninguna hora concreta

y las oropéndolas con las alas raídas anudándose las razones por la mañana

son ellos vistos cinco minutos entregar monedas y no escandalizar

/los nutridos abismos taponados de virtud

y tan sedientos

son los amantes de las luces altas a primera hora de la mañana escondiendo        /en los ojos un abrazo de sol y la humedad apretada en los labios

son los amantes refugiados en el continuo miedo

son los amantes sin misterios

amantes del miedo.

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te incluyo un ejemplar totalmente gratis de Ciudad Maldita, que es ya poco menos que una reliquia.

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