No sabíamos muy bien a donde ir. Pensamos en Costa Rica luego en Vietnam hasta que vimos: Viaje a Laponia. Pues no debe de estar mal. ¿A dónde vais? Nos decían. Si ahora no hay auroras boreales. Allí se va para ver auroras boreales ¿y si está nublado? Pues para casa sin haberlas visto. No obstante como las auroras no nos parecían lo suficientemente atractivas y somos más de sol, de estar veinticuatro horas alumbrados por el astro rey nos apuntamos a recorrer la Laponia, tierra de los Samis. Sé que a ellos les gusta más que se diga Área o Región Sáapmi

El viaje comenzó en Madrid hasta la capital de la Laponia finlandesa, Rovaniemi. Estuvimos un rato en Helsinki, pero tan poco que no vimos ni el aeropuerto, así que nada que decir al respeto.

Y nos encontramos con Papá Noel, de rojo como impuso Coca Cola, con el esqueleto de lo que en unos meses serían unos magníficos trampolines de saltos con esquís y una montaña de nieve cubierta por una lona blanquísima por si el invierno se retrasaba y venían mal dadas.

                         

A muy pocos kilómetros de la ciudad está la línea pintada en el suelo anunciando que estamos en el Círculo Polar Ártico. 66º 32´35´´ Emocionante estar ahí, aunque sabemos que es una línea imaginaria, es la imaginación materializada.

 

En Rovaniemi todos al autocar, incluido maletas, hasta Kiruna en Suecia. Los paisajes de agua y bosque no nos abandonaron en todo el recorrido.

 

 

Kiruna, ciudad con las entrañas de hierro, tiene que cambiar de ubicación cada cierto tiempo ya que el peligro de derrumbe es más que evidente al estar cada vez más hueca. Te quedas sorprendido de que todo esté tan nuevo. Solo hay un culpable y es esa  maldita guerra que aunque haya cumplido 75 años de su final dejó todo arrasado, como sin historia.

El primer momento álgido estuvo camino de Harstad en Noruega, próximos a la recordada Narvik.  Y fue la parada que hicimos en el Parque Nacional de Abisco. Nuestras cámaras fotográficas no dejaron de disparar en todo el trayecto mientras bordeábamos el gran lago hasta llegar a la entrada del Parque. Una vez allí tampoco hubo forma de hacerlas callar. Para unos ojos acostumbrados a los grises pajizos y a los hilos de agua ese derroche bajando con ímpetu nos maravillaba y corrimos a ver como se unía el agua al lago.

Alojados en Harstad hicimos viaje de ida y vuelta a las islas Lofoten. El día no fue el mejor para esta visita y la gran cantidad de kilómetros que hicimos, pero disfrutamos del pueblo Reine y de los secadores de bacalao.

 

 

Desde allí partimos a uno de nuestros objetivos principales: Tromso. El sol ya estaba casi en el solsticio de verano y daba lástima irse a dormir con tanta luz sobre la tierra.

Después nos esperaba Honningsvag situada a 70º 58´N. Ciudad más septentrional de Europa e incluso del mundo con parada técnica en Alta.

 

Y por fin nos pusimos en marcha a Nordkapp, Cabo Norte, para ver en todo su esplendor el sol de medianoche. Unas pocas nubes impidieron que el espectáculo fuera completo, pero para mi que esas nubes están siempre ahí para fastidiar un poco y que no fallezcamos del síndrome de Stendhal.

                           

 

Lo demás fue rutina. Camino de nuevo al punto de partida en Rovaniemi, hicimos noche en Saariselka (Finlandia).